Este Blog es especial, es en homenaje y honrando la memoria de mi amado hijo Adrián, mi amor puro y verdadero, mi Ángel de Amor y Luz❤ ❤ ❤ Mi hijo nació el 10 de Mayo de 1985❤ ❤ ❤ Hizo su transición el 3-12-2016.❤ ❤ ❤ Hijo mío amado, tú has sido el sentido de mi vida, por eso te voy a tener presente todos los días del resto de mi vida. ❤❤ ❤
Hijo amado, tengo tu nombre tatuado en mi corazón y Alma, tu voz grabada en mi mente, tu olor en mi memoria y tu sonrisa en mi recuerdo. ❤ ❤ ❤ Si la cicatriz es profunda es porque el amor fue y es inconmensurable. ❤ ❤ ❤ Seguir adelante es una empresa difícil cuando se perdió lo que llenaba todo de sentido. ❤❤ ❤ En cada acto de amor, está tu nombre. ❤❤ ❤ Hijo, te extraño, tanto...Mi Amor puro y verdadero. Eres amado siempre.❤❤ ❤

lunes, 19 de marzo de 2018

El Plan de tu Alma. Capitulo 2. La enfermedad física,


Robert Schwartz,

El SIDA es una de las enfermedades más temidas en nuestra época. En el momento en el que escribo estas palabras, más de cuarenta millones de personas en el mundo son seropositivos, o tienen SIDA. Aproximadamente, ocho mil personas mueren cada día debido a esta enfermedad. El tratamiento exige un terrible peaje físico y emocional, y el estigma complica y pone a prueba las relaciones con sus cuidadores y seres queridos. ¿Es posible que algunas almas quieran tener esta experiencia?
Cuando decidí escribir sobre la planificación prenatal, supe inmediatamente que la enfermedad física era una experiencia vital que examinaría. Dado que todos los seres humanos se enfrentarán en un momento u otro a alguna enfermedad, la importancia del tema era innegable. Quería saber si las almas antes de encarnarse elegían experimentar la enfermedad física. Me interesaba una pregunta en especial: ¿planean las almas tener enfermedades concretas? Y si es así, ¿por qué?
EL RELATO DE JON ELMORE.
Jon recuerda la fecha exacta en la que cambió su vida: el 23 de enero de 1997. Aquel día le diagnosticaron SIDA. “Me identificaron con un número”, contaba. Me pregunté cómo se sentiría tener una enfermedad que era vista socialmente como una vergüenza, y que exigía que el paciente fuera identificado por un número, en lugar de por un nombre. Como descubriría pronto, la vergüenza y la humillación habían sido algo recurrente en la vida de Jon.
Jon había nacido en 1956 en Livingston, Alabama, un pueblo de 2500 habitantes, en una época de gran agitación social y de intolerancia racial. Siendo niño, Jon, que era de raza blanca, vio las noticias sobre las manifestaciones de Selma, donde se azuzaron pastores alemanes y se utilizaron mangueras de incendios contra los afroamericanos que querían votar.
En su juventud, Jon habló a su padre sobre su orientación sexual mostrándole una columna de “Querida Abby” en la que Abby felicitaba a un hombre por su progresista actitud acerca de la homosexualidad de su hijo.
—¿Qué estás intentando decirme? —preguntó el padre de Jon. —Bueno… Estoy intentando decirte que soy gay. Su padre se echó a llorar.
—¿Te das cuenta de que eres Jon Elmore, y de que la familia terminará contigo? Puedo llevarte al otro lado del río. Puedo pagarte una mujer para que pases un buen rato.
Con su madre, Jon lo intentó de otra manera. Una cadena de televisión había estado anunciando un programa especial en el que se iba a ofrecer una entrevista con un hombre homosexual. “Es joven. Es triunfador. iY es homosexual! Hablaremos con él y con sus padres”. Jon pidió a su madre que le recordara ver el programa.
Mientras Jon veía el programa en el cuarto de estar, su madre estaba sentada a poca distancia, frente a la mesa de la cocina.
—Estaba haciendo lo que siempre hacía para aliviar el estrés: jugar un solitario — recordó Jon—. Cada cuatro segundos podía oír cómo colocaba alguna carta. Ponía una carta, y se oía un clic. El clic se hacía cada vez más fuerte —dijo, riéndose. Me imaginé la tensión en el ambiente, y el aspecto de intensa concentración en el rostro de su madre mientras intentaba no apartar su atención de las cartas.
—En mi interior, deseaba que mi madre entrara en el cuarto de estar y se sentara conmigo, pero eso no ocurrió —dijo Jon, con tristeza.
Los compañeros de clase de Jon, que eran conscientes de su sexualidad, se burlaban de él. Lo llamaban “marica”, y lo acosaban. Una vez, un profesor lo llamó aparte y le dijo, “Jon, eres un hombre. ¿Por qué no actúas como tal?”.
Jon me contó que el ambiente religioso en el que creció también era intolerante con su sexualidad.
—¿En qué religión te criaste? —le pregunté.
—Metodista.
—¿Qué opinan los metodistas de la homosexualidad?
—Que es un pecado contra Dios.
—¿Cuál era la religión mayoritaria en Livingston?
—Baptista.
—¿Qué opinan los baptistas de la homosexualidad?
—Que vamos a arder en el Infierno —Jon se rió—. Los baptistas están en contra.
—Jon, me parece —le dije— que has sentido la humillación en tu vida personal (a través de la escuela, la familia, y la religión), y que elegiste encarnarte en un lugar en el que una raza estaba siendo avergonzada públicamente. (Mi investigación me indicaba claramente que las almas eligen a sus padres, la época y el lugar de nacimiento). Había vergüenza tanto en el ámbito privado como en el público. Estaba por todas partes.
—Está por todas partes —asintió—. Nunca mejoró. Me encarné en una familia que vivía en la vergüenza, en un lugar de vergüenza, en una época de vergüenza.
Jon me contó también que se había sentido humillado por las violentas palabras de más de una de sus parejas sentimentales. Aunque yo no lo sabía en ese momento, ese aspecto del pasado de Jon alcanzaría una importancia mucho mayor cuando más tarde obtuviésemos información del Espíritu sobre su planificación prenatal.
El SIDA es parte del patrón de vergüenza del que Jon había sido testigo y que había experimentado de primera mano cuando recibió su diagnóstico.
—Tuve la sensación de, “Bueno, ya he conseguido lo que me merezco” —dijo Jon, sombríamente.
A pesar de sentir que se lo merecía, estaba sorprendido.
—Entré en mi furgoneta. Recuerdo haber conducido por la calle, viendo a la gente ocupándose de sus asuntos. Nunca te fijas en eso, pero yo vi a esa gente. Parecía que todo el mundo estaba moviéndose a través de melaza. Cruzaban la calle. Entraban en las tiendas y caminaban por la acera. Pasé junto al parque de bomberos. Los bomberos estaban haciendo algo con su equipo. Bajé todas las ventanas y comencé a gritar, “¿No sabéis que el mundo entero acaba de cambiar?”. Para mí, lo había hecho realmente.
Hubo un momento en el que Jon se puso gravemente enfermo. Mientras estuvo hospitalizado tuvo una experiencia cercana a la muerte.
—Es todo un poco confuso —dijo Jon—, pero recuerdo haber estado en una habitación. Estaba oscuro. Yo estaba rodeado por mucha gente. Era como una fiesta enorme. No había ningún ruido, y no había ninguna conversación, pero yo podía notar que había un montón de gente que no eran del mismo mundo que el mío. Sentí que podía unirme o no a ellos. Recuerdo claramente haber elegido no hacerlo. Fue una decisión interna. Fue como si dijera, “No quiero quedarme”.
Jon eligió la vida. No sólo la continuación física de la misma, sino un nuevo tipo de vida.
—Después de mi experiencia con el Ángel de la Muerte, empecé a apreciar el lugar en el que estaba —dijo Jon—. Dejé de sentirme avergonzado. Lo hice. Lo que descubrí estando tan cerca de morir fue que no quería hacerlo.
—Jon —le pregunté—, ¿cómo te ayudó el SIDA y tu experiencia cercana a la muerte a superar la vergüenza?
—¿A qué otro sufrimiento podría enfrentarme que fuera tan largo como un viaje a través de la vergüenza y la humillación? —Contestó Jon— El mejor modo de tratar tus miedos es besarlos en la nariz, porque así desaparecen. Estar a punto de morir me ayudó a darme cuenta de que Ellos (con E mayúscula) no tienen poder sobre mí. Todos sabemos quiénes son Ellos. Vecinos, y profesores, y toda esa gente que aparecía de vez en cuando para molestarme. Ya no existen. Lo único que quiero ahora es vivir, y vivir de verdad —añadió.
—Jon, ¿qué te gustaría decir a la gente que está experimentando la vergüenza o la humillación?
—Las palabras vergonzantes eran hechos sólidos e inamovibles en mi vida. ¿Y qué se hace con lo que es sólido e inamovible? Construir sobre ello.
LA SESIÓN DE JON CON GLENNA DIETRICH.
Como canalizadora, Glenna Dietrich entra en un trance en el que la conciencia de otro ser habla a través de ella. Algunos canalizadores son totalmente conscientes de cada palabra que pronuncia la entidad canalizada; otros tienen una vaga conciencia de lo que se ha dicho, aunque no son capaces de recordar palabras concretas. Glenna, por el contrario, no recuerda nada de las conversaciones. Después de nuestras sesiones solía mostrar curiosidad sobre cómo habían ido, y de lo que se había hablado. Glenna es muy bondadosa, y siempre quería saber si las sesiones habían sido de ayuda.
Se puede saber con certeza cuando Glenna comienza canalizar. Su voz se hace ligeramente más suave; la cadencia, tono, y dicción de su voz cambian notablemente. A veces, como en el caso de la sesión de Jon, más de un ser espiritual está presente y habla a través de ella.
—Nosotros somos tres, así como vosotros sois tres —comenzó la entidad canalizada—. No somos del mundo material, sino del reino espiritual… del reino tras el velo, como vosotros decís. Dos de nosotros no han tomado nunca la forma material humana, como lo habéis hecho vosotros. Somos del reino angelical. Permaneceremos sin nombre para vosotros, ya que nuestros nombres no son pronunciables. De modo que aparecemos en vuestras mentes sólo como colores de formas vagas, como sensaciones.
Me sorprendió el hecho de que estuviéramos hablando con ángeles. A través de Glenna habíamos atravesado el velo del mundo espiritual. Había una dulzura en el tono del ángel que me resultó consoladora. La bienvenida del ángel me recordó que los seres en espíritu, a menudo, se comunican con nosotros a través de sensaciones, y que los médiums, frecuentemente, ven los colores de los seres espirituales así como los del aura humana.
En estas sesiones era normal que los seres desencarnados no usaran nombres. Cada ser, ya sea físico o intangible, es energía. El término “firma energética” muestra que cada consciencia es identificable a través de su energía individual. Los ángeles fueron capaces de reconocernos a Jon, a Glenna y a mí precisamente por esa energía.
—Uno de nosotros tres ha estado encarnado muchas veces—continuó el ángel—. Y su ser ahora se comunicará con vosotros directamente. —Sí, he estado encarnado en vuestro reino 867 veces
—dijo el segundo ángel—. Ésas son las vidas que he pasado en cuerpos humanos. No he elegido pasar mi tiempo de encarnación en cuerpos que no fueran humanos. En realidad, elegí ser uno de tus guías [de Jon] cuando te encarnaste. Nosotros hemos estado juntos muchas veces, en muchas encarnaciones. Hemos sido hermanas. Hemos sido madre e hija. Hemos sido enemigos que se asesinaron uno al otro. Y hemos sido amigos íntimos.
»En cada una de ellas, tú y yo hemos decidido cómo nos encontraríamos, y en qué circunstancias nos daríamos la oportunidad de tener esas hermosas experiencias de crecimiento. Realmente, somos lo que en tu reino llamáis “almas gemelas”. Dos almas de vibración similar, una frecuencia en la que ambos tenemos un color y un sonido que son parecidos.
»Me gustaría decirte que me siento feliz, y orgulloso, de cuanto has avanzado en esta encarnación. Hay muchas cosas que has demostrado, y muchas energías a las que has ayudado. Yo he caminado a tu lado. Y a veces he estado delante, dándote ánimo durante esos momentos que te parecen los más oscuros.
Sí, mi energía te resulta familiar. Me gustaría que recordaras, querido, la belleza de tu alma, la increíble luz que puede llegar a tu corazón. Es difícil ser esa luz brillante cuando la mayoría de la gente a tu alrededor sólo desea oscuridad. El verdadero sanado; el verdadero sabio, es el que permanece sabio entre aquellos que todavía no han despertado. Ten valor, y permanece en pie.
Entonces, el ángel se dirigió a mí.
—Hemos oído tus preguntas, pero deseamos que nos las formules de una en una.
—Gracias —comencé—. ¿Jon planeó antes de nacer la experiencia del SIDA? Y si lo hizo, ¿por qué? —Antes de la sesión, Jon y yo habíamos acordado que comenzaríamos con esta pregunta. Él estaba tan ansioso como yo de oír la respuesta.
—Sí, así es —contestó el ángel—. En este reino [el reino espiritual] no hay energías pesadas que impidan el progreso, que inhiban la capacidad de ver más allá. Los periodos entre encarnaciones se pasan evaluando y planificando lo que el alma considera que será el siguiente paso, el siguiente nivel. La respuesta a tu pregunta es sí.
»Lo que se consideró fue la posibilidad de liberar la relación de parentesco genético y el sistema de creencias del grupo de almas del que Jon se considera parte —Como veríamos más adelante, el ángel se estaba refiriendo a una vida pasada de alguien del grupo de almas de Jon. En esa vida, la personalidad encarnada tuvo acciones basadas en el miedo que provocaron un olvido completo de sus orígenes como alma, algo que ningún alma del grupo de Jon había experimentado previamente—. Entonces todos los miembros del grupo de almas llegaron al acuerdo de que Jon asumiría la carga esencial y que, a pesar de las distracciones o creaciones de la ilusión, comenzaría a brillar, para convertirse en esa luz y comenzar a ver y a comprender la verdad sobre sí mismo.
»Esas almas se reunieron para ayudar a imbuir sus personalidades y sus percepciones de Jon de un modo que resaltasen los obstáculos que él necesitaba superar para que su verdad se hiciera aparente ante él —Como verás en la lectura complementaria de la médium Staci Wells, el ángel se refería a miembros del grupo de almas de Jon que antes del nacimiento acordaron avergonzarlo, como parte de los obstáculos de su vida—. Es algo parecido a una carrera de obstáculos. Cuantas más veces llegues al mismo obstáculo, más fácil será saltarlo, reptar, o bordearlo, hasta que al final superarlo se convierta en una segunda naturaleza para ti. Cuando Jon ya no se vea como menos importante, menos amado, menos amable, y menos sagrado que quienes lo rodean, los obstáculos de este ser humano se desvanecerán.
Con estas palabras, el ángel expresó uno de los propósitos principales de los desafíos vitales: mostrarnos el modo en el que nuestros pensamientos y sentimientos crean nuestra realidad. Los retos y los desafíos son espejos que reflejan nuestros sentimientos sobre nosotros mismos. En ese sentido, son regalos. La sabiduría nos permite reconocerlos como tales.
—Efectivamente —explicó el ángel—, el propio cuerpo sirve para lograr esa conciencia, para hacer brillar la luz allí donde es necesaria la sanación. Y como esto tiene un gran impacto en su familia de almas, en este reino [espiritual], se ha escogido un método extremadamente intenso y poderoso, para que todos puedan beneficiarse de las verdades que sean descubiertas. Si se hubiera utilizado otro obstáculo, la victoria no habría sido tan grande.
Aquí lo teníamos: la confirmación de que Jon había planeado específicamente la experiencia del SIDA, no sólo para su propio aprendizaje, sino también para el crecimiento de su grupo de almas. Como confirmaron las sesiones con otros entrevistados, el progreso que logramos en el plano terrenal como personalidades hace avanzar tanto a nuestra alma individual como a cada alma de nuestro grupo.
—¿Podrías contar más acerca de cómo la experiencia del SIDA está ayudando a Jon a crecer? —pregunté.
—Tiene la necesidad de verse a sí mismo como realmente es —contestó el ángel—, y de creer en su propia verdad, en su propia identidad. Esto tiene que ver con la creencia de que merecemos todo el amor, de que merecemos amor incondicional. Como el grupo de almas sólo exponía amor condicional, que tenía que ser experimentado de un modo concreto (según la tradición), la particularidad [de Jon] les condujo a retirarle su amor. De este modo, se formó la creencia de Jon sobre sí mismo: que no se merece amor incondicional, sino sólo ser amado cuando se comporta de un modo concreto, cuando responde a las expectativas y obtiene la aprobación de los demás. La confusión se instaló en él, y la personalidad que desarrolló en su infancia se dividió y se rompió. La enfermedad del SIDA está relacionada con el deseo de amor incondicional y la creencia de que no se merecía ese amor. Por lo tanto, la sanación se completó cuando el alma de Jon brilló, y su personalidad vio esa luz, y descubrió que era él mismo.
El ángel había explicado de un modo hermoso el núcleo del proceso de crecimiento espiritual en la Tierra: el amor a nosotros mismos despierta cuando dejamos de pensar que somos personalidades limitadas y defectuosas, y en lugar de eso recordamos que somos seres transcendentes. Reconocer esta luz interior es cambiar los patrones de pensamiento y, por extensión, la salud física.
—¿Cómo planeó el alma de Jon que esta luz brillara, y cómo sabía que ocurriría? — pregunté.
—Todas las encarnaciones en tu reino —respondió el ángel— están diseñadas para superar los niveles inferiores de oscuridad. Ahí hay una vibración de odio. La vibración de la separación de Dios, la vibración de la desaprobación, la vibración del miedo, todas estas cosas existen ahí como niveles de frecuencia ocultos. Esto tiene un efecto sobre los cuerpos humanos que es desconocido, invisible, y no cuantificable. Los que vivís en ese reino, creéis que sois eso, que sois miedo, que sois odio y desaprobación. Y por eso sois capaces de asesinaros unos a otros. Sois capaces de abusar y maltratar a los demás. Actuáis en frecuencias abyectas. Cuando el alma entra en el cuerpo, la claridad desaparece casi por completo y, como humanos, comenzáis a creer que sois sólo el cuerpo. Olvidáis que sois el alma. Esto es parte del plan, porque así olvidáis vuestra divinidad y a través de muchas dificultades recordáis la verdad la cual os brinda un gran poder, solidifica las creencias, y eleva esa frecuencia a niveles superiores.
Jon, más tarde, diría de este comentario, “Ése es exactamente el tipo de poder que he estado buscando. He estado dando grandes pasos para alcanzar esa entidad que sé que está en mi interior. La experiencia del SIDA me ha llevado a creer que mi cuerpo está amenazado pero que mi alma, mi ser y mi conciencia no lo están”.
—Responde esto a tu pregunta? —me preguntó el ángel.
—Sí —dije, aunque quería comprender cómo es posible que el alma de Jon supiera, o por
qué sabía, que ese plan de vida le proporcionaría un crecimiento tan grande—. ¿Se planearon sucesos concretos en la vida de Jon para permitir que la luz de su alma brillara y fuera reconocida por su personalidad?
—El alma implantó en Jon el germen de muchos sucesos que de forma sincronizada están involucrados en la apertura de esa conciencia a la luz —respondió el ángel—. Éste es un pro- ceso gradual. El cuerpo humano vibra a frecuencias muy bajas. En frecuencias más elevadas comienza una revelación de la verdad. El cuerpo es incapaz de asimilar frecuencias superiores de manera inmediata. Así la persona sólo se permite ligeros vislumbres de las frecuencias superiores, de ese modo van aclimatando el cuerpo con pequeños incrementos, haciendo posible que las células acumulen luz y brillen en frecuencias superiores de manera gradual.
El ángel estaba ayudándome a comprender cómo la enfermedad física puede estimular la sanación espiritual. Incluso así, me preguntaba por qué tal sanación sería necesaria.
—La vergüenza que Jon está intentando sanar, la creencia de que no merece un amor incondicional, ¿dónde tuvo su origen? ¿Cómo se creó? —pregunté.
—Tuvo su origen en el linaje de su grupo de almas, en un individuo que era parte de una religión organizada. Fue un dignatario religioso de envergadura. La personalidad de ese individuo estaba imbuida de un desequilibrio calculado. Cuando este desequilibrio se manifestó en ese cuerpo humano, se convirtió en una enfermedad mental plagada de miedos. Cuando este ancestro actuó basándose en esos miedos, estos se hicieron muy poderosos, no sólo en su cuerpo sino también en los cuerpos de sus descendientes.
Había aprendido en otras sesiones que la acción en el plano físico concreta la emoción, haciéndola parte de nuestro ser con mayor profundidad. Es por esto que las encarnaciones siguientes están con frecuencia diseñadas para la sanación. Lo que se crea en el plano físico sana con mayor rapidez en el plano físico.
—Fue una caída en la oscuridad calculada —continuó el ángel—, en una vibración tan baja que previamente no había sido experimentada por este grupo de almas. De modo que la energía del miedo, a través del ADN, se convirtió en un código que adoptaron otros grupos de almas, viendo que era útil para descender a niveles inferiores de frecuencia. (El ángel estaba refiriéndose al deseo de las almas de experimentar contrastes para llegar a un conocimiento más profundo de sí mismas). Cuanto más alejado está un ser de la verdad, más oscuro se hace, y más baja es su frecuencia. En sucesivas encarnaciones, el grupo de almas se va abriendo camino a través de esta energía turbia y pesada, hasta percatarse de nuevo de la luz, de la verdad. Entonces su consciencia se estabiliza. Estos seres, cuando finalmente dejan esta rueda de reencarnación y van hacia otros reinos, se llevan con ellos el conocimiento de ese descenso desde la luz. ¿Responde esto a tu pregunta?
—Sí, gracias —contesté—. Creo que lo que dices es que las almas del grupo de Jon se lo pidieron, y que él estuvo de acuerdo en ser quien sufriera SIDA, y que los demás se encarnaron en su entorno para juzgarlo, rechazarlo, y no proporcionarle amor incondicional. ¿Es así?
—Así es —respondió el ángel.
—Parece un plan arriesgado, porque Jon podría adoptar las creencias de los que están a su alrededor y aceptar que, efectivamente, no es merecedor del amor incondicional.
—Sí, lo ha hecho en muchas encarnaciones. Forma parte de la sanación de su propia alma.
—¿El grupo de almas continuará usando este tipo de plan hasta que haya una encarnación en la que el individuo acepte que es merecedor del amor incondicional?
—Correcto.
Ya habíamos llegado al eterno tema del sufrimiento humano. No quería que el ángel se sintiera desafiado por mi siguiente pregunta, pero el sufrimiento de mi propia vida había sido en ocasiones tan profundo que, sencillamente, tenía que entender la necesidad de tanto dolor. En muchos sentidos, la propia necesidad de comprenderlo me había empujado a preparar aquella sesión.
—¿Por qué hacerlo de ese modo? —pregunté— ¿Por qué no diseñar una vida agradable, rebosante de amor incondicional? ¿No sería un modo más sencillo de aprender que somos merecedores de ello?
—El equilibrio se obtiene al experimentar tanto la luz, como la oscuridad —dijo el ángel—. Todos los individuos que se encarnan en tu reino experimentan tanto la luz como la oscuridad en alguna encarnación. Podrías elegir convertirte en ese individuo que extermina a un grupo de seres humanos. Podrías elegir abusar de niños. Todas estas cosas crean un nivel de aprendizaje y de conocimiento. Vuestro reino es el único en el que existe la polaridad del bien y del mal. Encontrar el equilibrio entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal, te saca de ese reino, te aparta de esa dualidad, y tu interior crea en su lugar la creencia en Todo lo que Es. (El ángel estaba refiriéndose a la naturaleza divina, y a la unidad de todo cuanto existe en el universo).
—¿Significa eso que el grupo de almas de Jon está sanando su sentimiento de vergüenza a través tanto de encarnaciones agradables como de otras más difíciles, como en la que se experimenta SIDA?
—Correcto —dijo el ángel.
Me sentí aliviado al descubrir que en el proceso de planificación vital existía un equilibrio.
—Antes has mencionado una frecuencia inferior —dijo Jon, que ahora hacía su primera pregunta—. ¿Cómo puedo elevar esa frecuencia?
—Te diría, Jon, que la frecuencia más elevada del universo es la del amor. Y por eso, el secreto es mantener esa frecuencia en ti durante tanto tiempo como sea posible, y siempre que sea posible.
—¿Qué le diríais a alguien con SIDA que está intentando comprender el profundo propósito espiritual de esta enfermedad? —pregunté.
—Mantén el corazón abierto —dijo el ángel, con dulzura—. Escucha sólo lo que te dicte tu corazón, porque de este modo tendrán lugar muchas sanaciones, en niveles que están más allá de tu comprensión.
Palabras muy parecidas del Espíritu, las iba a escuchar muchas veces, en otras sesiones. Cuando cerramos nuestros corazones, impedimos que las energías (principalmente la energía del amor) nos sanen. Por eso, el endurecimiento emocional del corazón conduce a su endurecimiento físico.
—Entre los que están en el grupo de almas de Jon —pregunté—, ¿por qué fue él el elegido para experimentar SIDA?
—Era su turno —nos dijo el ángel.
—¿Sólo porque era su turno?
− Sí.
—¿Qué más es importante comprender sobre la experiencia del SIDA?
—Es una plaga de vuestro tiempo —contestó el ángel—que indica un patrón de autodesprecio entre la humanidad, es una culminación de siglos y generaciones de separación del Espíritu, de alejamiento de la luz, y una creencia en el ser como el cuerpo, separado de Todo Cuanto Es.
—¿Es exacto, entonces, decir que el SIDA está sanando a la humanidad?
—Correcto —dijo el ángel.
Aunque la sesión de Jon no fue la primera en la que participé, y aunque ya había escuchado al Espíritu confirmar que otros entrevistados habían elegido y planeado sus experiencias vitales, estaba sorprendido por lo que nos habían dicho. Jon había elegido experimentar el SIDA, y habíamos descubierto por qué. Me pregunté cuánta gente con SIDA, o con cualquier otra enfermedad, veía su enfermedad como un castigo de Dios o del universo, o a lo sumo como un sufrimiento sin sentido. La conversación con los ángeles había dejado claro que la experiencia de Jon, aunque dolorosa, tenía un significado muy profundo. De hecho, era una experiencia transformadora.
Jon describió la sesión como reveladora.
—Me ha hecho darme cuenta de que hay mucha más bondad en mi interior de la que yo suponía. Ahora tengo la sensación de que mi vida tiene un propósito, algo que no he sentido en muchos años.
Además, dijo que su alma estaba haciendo modificaciones a su personalidad, del mismo modo que un sastre arregla un traje:
—Las señales de tiza están desapareciendo, y el traje se adapta a mí cada vez mejor. El alma es lo más puro de mi ser.
LA LECTURA DE STACI WELLS PARA JON.
Aunque me refiero a ella como médium, Staci Wells, como Glenna, tiene el don de canalizar. A veces su espíritu guía habla a través de ella, y ella retiene sólo una ligera conciencia de lo que se ha dicho. En otros momentos, su conciencia permanece inalterable y repite lo que él dice, o describe imágenes visuales y sensaciones.
Como dije en la introducción, Staci tiene el gran don de ver y oír las sesiones de planificación prenatal. A menudo, sentía que estaba siendo transportado a otro mundo, que casi podía extender la mano y tocar las almas que estaban presentes. Ser testigo de estas conversaciones fue un verdadero regalo del Espíritu. A Staci, a mí, y por extensión a todos los que lean estas palabras, se nos ha permitido vislumbrar otra dimensión, a la vez que un intenso proceso personal. Allí, las almas comentaban sus esperanzas más íntimas para su propia evolución y, a veces, reconocían abiertamente las decepciones de sus vidas pasadas. El guía de Staci no podía darnos esta información sin el permiso de las almas involucradas. Les doy las gracias ahora por su franqueza al hacernos partícipes de una experiencia tan íntima.
Con el tiempo, quedó claro que el espíritu guía de Staci era un ser muy evolucionado. Me sentí honrado de colaborar con él. Debido a que él eligió presentarse a Staci con forma masculina, uso pronombres masculinos.
—Estoy viendo una conversación prenatal entre Jon y su padre —comenzó Staci—. Hay un gran amor entre estos dos seres. Veo a Jon y a su padre como almas, pero se parecen mucho a los cuerpos que habitan en esta vida. Su padre está diciéndole lo mucho que lo ama. Parece que Jon ya ha decidido experimentar la homosexualidad. Hablan sobre experimentar una grave enfermedad que incluso podría llevarle a la muerte. Estas cosas ya han sido decididas.
Aunque ya había trabajado antes con Staci, de nuevo me sorprendí cuando ella repitió, palabra por palabra, la conversación:
Padre de Jon: No te humillaré.
Jon: Necesito experimentar eso [las palabras ofensivas]. Necesito oírte decir eso para que me ayudes a encontrarme a mí mismo. La humillación fortalecerá mi voluntad, y me dará el valor que necesito para enfrentarme a mi destino.
Padre de Jon: Muy bien, entonces lo haré porque te quiero. [La madre de Jon está junto su padre. Su padre extiende la mano, y la atrae hacia él]. Ella también ha decidido apoyarte.
Madre de Jon: Yo te amaré, y cuidaré de ti durante tu vida. Existe la posibilidad de que deba alejarte de mí. Esto será muy difícil para mí; sin embargo, aceptaré este desafío por ti.
—En vidas anteriores, Jon había intentado ser emocional y económicamente independiente — continuó Staci—. Pasó cuatro vidas siendo muy pobre, una de ellas en un país del Tercer Mundo. En esta búsqueda constante por superar su desafío, por darle sentido al ser que es fuerte y compasivo, llegó a un acuerdo con sus padres y con otros seres para que lo maltrataran psi- cológicamente, de modo que se viera obligado a encontrar fortaleza en su interior, y a construir su propio carácter.
Staci acababa de describir un plan de vida clásico de aprendizaje a través de los opuestos. En un plan así, el individuo elige antes del nacimiento experimentar la carencia de lo que él o ella más desean comprender y apreciar. Jon me dijo más tarde, sobre la lectura de Staci, “Creo que elegí exactamente el tipo de vida opuesto a lo que realmente quiero [ahora como personalidad], para aprender a sentir compasión por los demás”. Durante gran parte de su vida, me contó, había pensado que su sufrimiento era un castigo por haber sido cruel con otras personas en vidas pasadas. Ahora sabe que no es así.
—Hay algo más que estoy captando —dijo Staci—. Jon eligió este momento para encarnarse porque quería experimentar la revolución de la conciencia y la revolución sexual. Quiso vivir en esta época, como parte de esta generación, para poder experimentar ambas cosas. Además tiene un historial en vidas pasadas de no ser capaz de controlarse en sus relaciones sentimentales, e incluso en sus relaciones con la familia. En la vida actual está todavía trabajando en ello. Planeó contraer el virus del SIDA a través del contacto con alguien a quien debería haber conocido mejor antes de estar con él, a través de un comportamiento arriesgado, ambos rasgos propios de una deficiente autodisciplina.
Jon me dijo más tarde que Staci tenía razón en ese aspecto, y que “El autocontrol y la autodisciplina son algo aun desconocido para mí”.
—Ahora veo a una persona en la sesión de planificación prenatal de Jon que es una de sus profesoras en la escuela —dijo Staci—. Se identifica a sí misma como artista. En esta vida como profesora esta trabajando para fortalecer sus características más agresivas, y equilibrar así su temperamento artístico. Ha estado desarrollando la energía masculina en su interior, y permitiendo que ésta se exprese. Ella era la persona perfecta para hacer este tipo de acuerdo con él. Jon la conoce de otras vidas desde hace mucho tiempo, vidas que podrían haber tenido lugar tres o cuatro siglos d.C.
Las palabras de Staci me recordaron que el alma busca el equilibrio en todas las cosas, incluso en la expresión de las energías masculina y femenina. Algunas personas a las que he entrevistado tuvieron dificultades en encarnaciones previas expresando la energía masculina o la femenina y planearon la vida siguiente para vivir esa experiencia.
—¿Hay alguna conversación más con las personas que humillaron a Jon? —pregunté a Staci.
—Me dicen que los compañeros de clase de Jon no eran almas amigas, en el sentido de que no habían llegado a un acuerdo a nivel del alma con él —contestó, repitiendo las palabras de su guía—. Pero sus guías los indujeron a decirle cosas. Sus guías trabajaban de acuerdo con los de Jon. Les dieron frases, cosas para que las repitieran. He preguntado si fue así cada vez que ocurrió, y me han contestado, “Sí, así fue en todos los casos, y todos preferirían no recordarlo”.
Aquella información me sorprendió. Aun no sabía que los espíritus guía podían influenciar a las personas con sus palabras. Sin embargo, aquello concordaba con otras sesiones en las que había descubierto que nuestros guías trabajan diligentemente para asegurarse de que tenemos las experiencias que planeamos antes de nacer, incluso cuando esas experiencias son dolorosas. Aunque quizá es desagradable o dificil comprenderlo cuando lo vemos desde la perspectiva de la personalidad, esta idea toma un significado totalmente distinto cuando la consideramos desde el punto de vista del alma. Como almas, sabemos que la vida en la fase terrenal es breve, y que no seremos dañados permanentemente, al igual que no puede serlo un actor por los diálogos con otro actor durante su representación teatral.
Me preguntaba quién más, en la vida de Jon, podría haber acordado humillarlo.
—¿Y sus parejas sentimentales? —pregunté.
Staci hizo una pausa mientras sintonizaba otra parte de la sesión de planificación prenatal, una conversación entre Jon y un hombre que había sido su pareja en esta vida.
Hombre: No quiero hacer esto. No quiero tratarte de ese modo.
Jon: Pero yo quiero que lo hagas. Quiero que digas ciertas frases. Quiero que tengas una
actitud concreta que me motive. Yo lo quiero.
—Jon quiere elevarse, superar las afirmaciones ofensivas porque son cosas que había pensado sobre sí mismo en vidas pasadas —explicó Staci.
Jon: Te quiero tanto que te perdonaré. No me lo llevaré en mi corazón cuando abandone esta vida. No te culparé, y no habrá un nuevo karma que nos exija tener otra relación en otra vida para yo trabajar el perdón.
Hombre: Hacer esas afirmaciones y mantener esa actitud sería infantil. [Hace una pausa mientras considera la petición de Jon]. Haré lo que me pides, pero debe haber amor entre nosotros. Debemos experimentar amor.
Jon me dijo más tarde, “Y lo hicimos. Experimentamos el amor”.
—Estoy viendo un cambio en la gente —continuó Staci—. Ese hombre se ha girado para hablar con otros. Me están llevando al acuerdo que él hizo para contagiarse de SIDA. Está hablando con un grupo de almas que van a caer enfermas del mismo modo. Están diciendo que, además de las lecciones individuales que aprenderán de esta experiencia, están de acuerdo en hacer esto para enseñar a sus mayores una importante lección sobre la tolerancia y el amor incondicional. Esto va más allá de los temas personales, para este grupo concreto de almas es algo mucho más grande. Veo que ese hombre se dirige de nuevo a Jon.
Hombre: Hay algo más importante que todos los beneficios personales que puedes obtener al contraer esta enfermedad. Podemos enseñar a nuestros mayores, respetarlos, y proporcionarles una valiosa oportunidad de experimentar, aprender, y crecer.
Jon: Estoy de acuerdo, pero yo también necesito experimentar esto para solucionar mi resistencia al cambio, y para aprender a usar más la inteligencia, y a actuar con mayor prudencia, en los asuntos sentimentales.
Entonces me di cuenta de la magnitud de lo que el grupo de almas de Jon había asumido. Estaban trabajando por el beneficio de la humanidad. Pretendían prestar servicio a los demás seres humanos, incrementando la tolerancia en el mundo. Cargarían con el sufrimiento de los prejuicios de la sociedad de modo que aquellos que enjuiciaron pudieran elegir en su lugar expresar amor incondicional, y conocerse a sí mismos de este modo.
Staci y su guía nos proporcionaron una imagen clara de cómo y por qué un alma planea contraer SIDA antes del nacimiento. Pero, ¿y los individuos que han desarrollado SIDA sin un plan prenatal al respecto? ¿Qué papel, si tiene alguno, desarrolla el alma en esos casos?
—Tuve un amigo que murió de SIDA, y que no vino a esta vida con ese plan —contestó Staci—. Él lo eligió.
—¿Lo eligió a nivel del alma, o de la personalidad? —le pregunté. —A nivel del alma. Pero lo eligió mientras estaba en el cuerpo físico.
—¿De modo que el alma quería experimentar esa energía en la encarnación? —Sí.
—¿Por qué?
—Mi amigo estaba sintiéndose poco amado, y se había sentido así desde que nació. No quería suicidarse. Quiso hacerlo de este modo porque esto le proporcionaría amor y atención durante el tiempo que estuviese enfermo. Su ser superior [alma] estuvo de acuerdo en lo que quería su personalidad, que estaba llena de tristeza y de remordimientos, y era incapaz de perdonarse a sí misma. Ése era el modo más sencillo para que su alma saliera de esta vida.
—¿Cómo provoca un alma que una personalidad se contagie de SIDA? —pregunté.
—Se promueven ciertos comportamientos que conducen a varias oportunidades de contagiarse de varios compañeros —contestó Staci.
Pero yo aun no comprendía cómo ocurría aquello. Suena como si el alma tuviera control sobre la posibilidad de contagio de SIDA. ¿Cómo controla esto el alma? -pregunté.
—Cuando dormimos, por la noche, estamos muy activos en el nivel del alma. Este tipo de decisión fue tomada mientras dormía.
—En otras palabras, ¿la personalidad ocupa durante la noche el cuerpo de luz, se encuentra con el alma, y acuerdan hacer algo para contraer SIDA? (El término “cuerpo de luz” se usa para describir nuestra apariencia cuando estamos en espíritu. Es una descripción literal: nuestros cuerpos luminosos están hechos de luz).
—Sí —dijo ella.
—Staci, dejando a un lado lo que hemos comentado sobre Jon, ¿cuáles son las razones principales por las que las almas planean experimentar una enfermedad grave en una vida?
De repente, el discurso de Staci se hizo más lento y más deliberado. Por primera vez en esta sesión, estaba canalizando a su espíritu guía directamente. Fue como si él supiera que había lle- gado el final de la lectura, y quisiera dar sus indicaciones finales.
—Hay muchas [razones], entre ellas el altruismo y el egoísmo —dijo—. Podemos usar las enfermedades graves para hacer modificaciones importantes en el interior del ser, en su sistema de creencias, valores, y juicios. A veces, es una forma de buscar el equilibrio kármico.
—¿Qué te gustaría decir a la gente que tiene una enfermedad, o que está cuidando a alguien que tiene una enfermedad, y que intenta comprender el significado espiritual profundo de su situación? —pregunté.
—Que utilicen todo el amor que puedan. Y también me gustaría recordar a tus lectores que, aunque pueda parecer abrumador ser el enfermo, o la persona que cuida de alguien que está enfermo, esto es un escalón hacia algo más. Es un peldaño en la escalera de la evolución.
Jon había formulado un plan de vida brillante. Como todas las almas, tuvo la opción de encarnarse en cualquier lugar, y en cualquier momento. Él eligió un lugar y un momento de la historia en el que la vergüenza que había en la sociedad era un reflejo de la vergüenza que existía en su corazón. Al seleccionar el Sur de país en un momento de gran intolerancia racial, diseñó una vida que generó una profunda comprensión (y finalmente a una profunda sanación) de este sentimiento de vergüenza.
La vergüenza que rodeaba a Jon en el mundo, era un reflejo de la vergüenza que reinaba en sus relaciones personales. No podría haber planeado unas circunstancias más difíciles. Eligió un pueblo pequeño donde el anonimato sería imposible, por lo que tendría que esconder su sexualidad. Se rodeó de miembros de religiones que no aceptarían su verdadera naturaleza. Eligió a unos padres (miembros de su mismo grupo de almas) que lo juzgarían activa y férreamente. A estas dificultades, añadió quizá la enfermedad más vergonzante de nuestro tiempo: el SIDA. Jon no pintó el lienzo de su vida con agradables colores pastel. Con coraje, eligió colores vibrantes, llamativos, y con frecuencia chillones, para crear una pintura dramática que lo despertara a la belleza de su alma.
Los padres de Jon no son menos hermosos que él mismo. A regañadientes, interpretaron los papeles que Jon pidió y escribió, y su única motivación fue el amor. Éste mismo amor condujo a una antigua pareja sentimental a aceptar una parte igualmente difícil. Efectivamente, aceptó ese papel sólo con la condición de que Jon y él experimentaran amor. Las almas del padre intolerante, de la madre crítica y del compañero humillador son amor. Es por esto que las conversaciones de Jon con ellos durante la sesión de planificación prenatal estaban concentradas en el amor, como motivación y como experiencia. Cuando Jon, finalmente, se reúna con ellos en espíritu, les dará las gracias por los papeles que han interpretado.
El espíritu es amor. El universo es amor. Somos amor. Cuando más allá de la personalidad miramos al alma eterna en nuestro interior, recordamos lo que somos realmente. La pérdida temporal de esa identidad y su consiguiente redescubrimiento (y el contraste entre estas dos cosas) dan al alma un conocimiento y una apreciación de si misma más profunda. Para el alma, este tipo de contraste no puede ser obtenido o comprendido sin una encarnación física. Para la personalidad, el redescubrimiento de uno mismo como amor tiene como resultado la curación física y emocional que Jon había comenzado a experimentar.
Todo el grupo de almas se beneficia de esta experiencia. Después que esta vida se complete, Jon volverá a su grupo de almas con una gran riqueza de conocimiento y sentimientos sobre la vergüenza, concretamente sobre cómo ese sentimiento contrasta con la magnificencia del alma. Jon compartirá esta sabiduría con todos los de su grupo. Se convertirá en parte de ellos, y juntos avanzarán en la espiral evolutiva. El sufrimiento que soporta Jon mientras está en la Tierra es temporal; pero él y su grupo de almas portarán la sabiduría resultante para siempre.
El perdón a sí mismo es la pieza clave de la sanación de Jon en esta vida. Debe perdonar a otros por su intolerancia, pero su mayor desafío es perdonarse a sí mismo por creer lo que otros dicen sobre él. Cuando Jon descubrió que era seropositivo, creyó que se merecía la enfermedad. Tal era la profundidad de su vergüenza. Sólo a través de su experiencia cercana a la muerte se dio cuenta de lo que quería, y de que se merecía vivir. Antes de esa experiencia, Jon se había alejado del conocimiento de su valía. El contraste entre esa oscuridad y la vida hacia la que volvió desencadenaron un recuerdo. Ya no se sentía definido por las duras palabras de su padre, ni por los prejuicios de sus profesores o compañeros de colegio, ni por las humillaciones de sus ex amantes. Ya no se sentía definido por el SIDA. El viaje sanador es un viaje de recordar. Jon despertó de su roce con la vida espiritual con un recuerdo interno e intuitivo de su inconmensurable valor. Sólo aceptando valientemente la oscuridad podemos comprender y apreciar totalmente la luz.
Gran parte de la oscuridad que experimentamos en el plano físico es el resultado de nuestra creencia en la separación. Creemos que somos individuos distintos y separados unos de otros, y del Espíritu. Creemos, como dijo el ángel, que somos nuestros cuerpos físicos. Esta ilusión es necesaria para que las encarnaciones físicas nos proporcionen lecciones ricas en crecimiento espiritual. Si no percibiéramos separación, la vida carecería de la gravedad necesaria para ser nuestra maestra, y nosotros careceríamos de la motivación que necesitamos para ser sus pupilos.
Al experimentar el SIDA, Jon nos proporciona a todos nosotros una oportunidad de que emerja nuestro verdadero ser. Muchos de aquellos a los que juzgamos con mayor dureza nos ofrecen este regalo. El alcohólico, el drogadicto, la persona con SIDA, cada uno de ellos nos da una oportunidad de ir más allá de los prejuicios de la personalidad y de convertirnos en expresiones vivas de la tolerancia y la compasión. Jon y el resto de su grupo de almas planearon el desafío vital del SIDA para enseñar estas virtudes divinas a la sociedad. En lugar de condenarlos, deberíamos dar las gracias a estos seres por ser nuestros maestros. Experimentar el SIDA, o cualquier otra dificultad con el propósito de enseñar a los demás es un gesto de altruismo. En algunos casos, ese altruismo puede equilibrar el egoísmo de vidas pasadas. En todos los casos, es un gesto de amor.
Expresar amor cuando todavía desconocemos nuestra verdadera naturaleza (porque así lo planeamos) es la tarea fundamental de la vida. Aceptamos ese desafío y despertamos de la amnesia autoinducida cuando nos damos cuenta de que la personalidad es un abrigo temporal. Jon se ha quitado ese abrigo para revelar el alma eterna infinitamente amorosa que hay debajo.
Como Jon, Doris experimentó una enfermedad catastrófica: cáncer de pecho. Aunque la enfermedad es diferente, su origen y su papel en el crecimiento personal no lo es. Como descu- brirás, el cáncer de Doris brotó de sus pensamientos y de los sentimientos sobre sí misma, igual que la enfermedad de Jon provenía de los suyos. La enfermedad física, por tanto, reflejaba aspectos de ambos que necesitaban sanar.
Cuando escribí la historia de Doris, sólo habían pasado un par de días desde que una amiga íntima me contó que tenía cáncer de pecho. Me quedé aturdido por la noticia; mi amiga, hasta
donde yo sabía, siempre había gozado de una salud perfecta. Aunque su pronóstico era favorable, en aquel momento se sentía muy mal por la quimioterapia. De repente, se incrementó mi deseo de comprender por qué ocurren esas cosas. ¿Podría descubrir algo (cualquier cosa) que ayudara a mi amiga, y a otros en circunstancias similares? ¿Por qué mi amiga y Doris se enfrentan a este obstáculo? ¿Eligió Doris, como Jon, experimentar una enfermedad grave antes de nacer? Y si lo hizo, ¿por qué? Si no lo hizo, ¿podría explicar la planificación prenatal de Doris por qué ha desarrollado cáncer?, o ¿cómo ese cáncer la ayudará a crecer?
EL RELATO DE DORIS.
«Podía acariciarte muy suavemente y a continuación, como un rayo, abofetearte con fuerza suficiente para romperte el cuello». Así fue como Doris describió a su madre alcohólica.
Un incidente fundamental con su madre tuvo lugar cuando Doris tenía dieciséis años. Inexpertas y curiosas, Doris y sus amigas compraron un paquete de condones. Los llevaron al dormitorio de Doris, donde los inspeccionaron y jugaron con ellos. Al final, pusieron el paquete en el escritorio de Doris y se olvidaron de ellos.
Días más tarde, Doris llegó del instituto y encontró a su madre, borracha, en su dormitorio.
—Había sacado toda la ropa de mi armario —me contó Doris—. Cinco de los seis cajones de mi armario estaban en el suelo. Ella estaba allí, enfurecida, con la mano en el último cajón. Lo sacó, lo rompió, cogió el paquete, y dijo, “¿Qué es esto, ramera?”.
Después de aquello, su madre siguió llamándola “ramera” y “zorra” durante semanas.
—Me imaginé que, seguramente, tenía razón —dijo Doris, con tristeza—. Yo aun era virgen, pero salí y me libré de mi virginidad fríamente, porque sentía que no me la merecía. Después de eso, asumí la idea de que el sexo era lo único para lo que valía.
Doris interiorizó otros comentarios peyorativos de su madre. Aunque cuando era joven tenía, según su propia descripción, “la figura de Dolly Parton”, Doris no sufría sobrepeso.
Sin embargo, cuando su madre le dijo que estaba gorda y que no era atractiva, Doris la creyó. También recuerda que, cuando estaba preparándose para ir a la universidad, su madre le preguntó, “¿Quieres una operación de reducción de pecho antes de irte? Así no parecerás un bicho raro”.
—Nunca sabía lo que iba a hacer a continuación —añadió.
Doris recuerda haberse sentido alienada de su familia no sólo por el maltrato verbal de su madre, sino también porque su familia era judía.
—Siempre me sentí como si hubiera cogido el autobús equivocado. No me sentía perteneciente a esa religión.
Mientras la escuchaba hablar, me quedé desconcertado por esa reacción en su infancia. ¿Por qué se sentiría una niña pequeña tan fuera de lugar en la única religión a la que había sido expuesta? Doris no mencionó que la hubieran obligado a asumir creencias o costumbres judías. Inesperadamente, pronto descubriría la respuesta.
Doris era una treintañera cuando recibió su primer diagnóstico de cáncer de pecho.
—Entré en la cocina, donde estaba mi compañera de piso —recordó—. La miré y le dije: “tengo cáncer”. Ella tiró un vaso en el fregadero y se rompió. Entonces corrió hacia mí, y me abrazó. Ninguna de las dos podíamos creérnoslo.
—Sabía que no me iba a morir —añadió, con seguridad.
Me pregunté cómo podía estar tan segura. Esto también sería revelado pronto.
Doris pasó por un tratamiento de radiación y una lumpectomía. Mientras tenía lugar la operación, intercambió bromas con su médico. Pidió al personal de la sala de operaciones que pusieran una cadena específica en la radio para que pudiera escuchar a sus grupos de rock favoritos.
Después de la intervención y del tratamiento, Doris pensó que el cáncer había quedado atrás. No fue así. Doce años después le diagnosticaron cáncer en ambos pechos.
—Yo aun no me había ocupado de mis sentimientos hacia mí misma, y sobre el tema de la sexualidad —me indicó Doris—, aún tenía fuertes accesos de autocrítica. Era una autora de éxito. Había viajado por todas partes. Pero siempre había una pequeña voz en mi interior…
Los médicos le dijeron a Doris que sería necesaria una doble mastectomía. Un par de días después, el impacto de las palabras del doctor la golpeó.
—Sufrí un colapso —dijo Doris, con sinceridad—. De repente, en mi mente se formaron las palabras “Van a cortarte los pechos”. Caí presa del pánico, y lloré.
A pesar de sus miedos acerca de su propia salud, Doris intentó consolar a los demás.
—Tenía la costumbre de sentarme [en la sala de espera del médico] cerca de quien estuviera más triste. A una chica le dije, “Hola, ¿qué tal?”. Ella me miró como si tuviera tres cabezas, y me dijo “Tengo cáncer”. Yo le contesté, “Yo también. ¿De qué sabor es el tuyo?”. Entonces ella dejó de estar a la defensiva, y se mostró más dispuesta a dejar que me acercara.
Después de su doble mastectomía, Doris se sintió aliviada.
—Estaba muy contenta de que aquello hubiera terminado, porque ya no tendría que preocuparme más por ello. Ya no tendría que contener el aliento cada vez que me hicieran una mamografía.
—»Me daba miedo mirar a mis “nuevas chicas”. Mi marido me dijo, “Pareces una mujer, cariño. No te preocupes”. Ahora estoy mucho más proporcionada. Al quitarme el pecho me quité un par de gafas distorsionantes de los ojos, y fui capaz de verme desde un punto de vista más real. Mi tormento mental desapareció.
Los sentimientos de Doris sobre sí misma cambiaron, incluso más cuando descubrió cuánta gente había estado rezando por ella. Muchos le enviaron palabras de amor y apoyo y le dijeron que los había inspirado.
—Allí había una prueba indiscutible de lo mucho que había hecho, y de en cuántas vidas había influido —dijo, alegremente—. No había manera de que pudiera negar por más tiempo que era una persona buena y amable que había hecho del mundo un lugar distinto. Fue un momento culminante para mí. Pero no tiene que ser así para todo el mundo.
Doris puede ver desde otro punto de vista como la enfermedad le trajo crecimiento y sanación.
—Me sentía muy incómoda con el poder femenino. No confiaba en él, del mismo modo que no confiaba en las mujeres. Nunca aprendí a jugar a los juegos femeninos de manipulación (los odiaba), ni adoraba la ropa bonita. Odiaba el maquillaje. Si iba al servicio, puedes estar seguro de que no era para emperifollarme o retocarme el maquillaje. Pero tuve que apoyarme en otras mujeres [cuando estuve enferma]. Llegué a respetar de verdad a las mujeres.
—Doris —le pregunté—, ¿qué aprendiste sobre quién eres? —. Soy una mujer dura que siente un torrente de compasión por la condición humana. Me encanta ser humana. Percibo la experiencia humana, y hago buen uso de ella. Agradezco ser capaz de utilizarla para extender mi mano a otras mujeres y decir: “Vamos, puedes cruzar este puente”. Nunca me sentí una víctima del cáncer. Nunca me sentí como si todo hubiera terminado para mí. Siempre sentí como si yo lo hubiese elegido. Siempre estuve esperando el regalo.
—Doris, ¿qué te gustaría decir a alguien que tiene cáncer de mama?
—Cuando describo a la gente mi doble mastectomía y su reconstrucción, les digo que fue una magnífica operación todo en uno. Seis horas… tres para el trabajo de demolición, y otras tres para el reajuste de la fachada. Al oír esta descripción, la mayoría de la gente comienza a reír. Buscad vuestro sentido del humor. Jugad con él. Bailad con él. En ningún sitio está escrito que tengáis que exprimir cada gota de desgracia de vuestra situación.
En parte, elegí hablar con Doris porque es clariaudiente; esperaba que pudiera obtener información de su propio plan prenatal. Lo que nunca sospeché fue el sorprendente uso que hizo de su percepción psíquica durante nuestra conversación.
Para darnos una segunda conexión con el reino intangible, la médium Staci Wells se unió a nosotros en esta exploración.
Había esperado que Doris relatase las palabras que escuchara de los seres espirituales, casi seguramente de sus espíritus guía. Me sorprendió mucho que inmediatamente entrara en trance y comenzara a canalizar. Incluso me sorprendió más cuando descubrí la identidad del ser que estaba hablando.
Cuando comenzamos, sentí una intensa ráfaga de energía en la voz de Doris. La entidad canalizada hablaba con un considerable tono de autoridad. Con las primeras palabras, el patrón del discurso cambió drásticamente. Era evidente que la personalidad de Doris ya no estaba presente. Se había marchado, y en su lugar había una conciencia nueva, aun sin identificar.
LA CANALIZACIÓN DE DORIS.
—Esta alma [Doris] ha tenido miedo de su propio poder, y también del éxito —declaró la entidad canalizada—. La combinación de estas dos cosas puede ser muy dificil. Este espíritu tiene más dificultades en el interior de una estructura femenina que en una masculina. Cuando ha estado alojado en un cuerpo masculino [en vidas pasadas] ha sido, en la mayor parte de las veces, tremendamente machista, más o menos civilizado, pero siempre poseedor de la creencia de que el hombre es superior. Como resultado de esto, ha adquirido un karma sexual difícil en ambos lados de la ecuación. Cuando está en un cuerpo de hombre, no respeta a las mujeres ni las trata con igualdad. Cuando está en el cuerpo de una mujer, su sexualidad es con frecuencia la primera línea de defensa… Utiliza el sexo como arma, y como moneda de cambio.
»En esta vida se le han presentado oportunidades para que se activen ciertos procesos. Su forma física era exageradamente femenina. La situación planteada con la mónada madre-hija era la de una madre que sentía una gran envidia de su hija, y que antes de que ella hubiera perdido su virginidad la acusaría de ser de moral distendida. En ese momento, la puerta podría haberse abierto hacia cualquier lado. Este espíritu podría haber demostrado que la madre estaba en un error, y haberse mantenido virgen durante muchos años. O, tal como hizo, podía creer que su madre debía saber algo sobre su hija que ella misma no sabía. A partir de ese momento, comenzó a usar la sexualidad como moneda de cambio, y con frecuencia como lo único sobre lo que creía que tenía control.
»Debido a esta situación, su imagen era extremadamente tóxica. Entonces tuvo lugar la prueba secundaria en términos de poder y éxito. Creyó que era incapaz de hacer nada que no tuviera la sexualidad como base, y que tuviera éxito. Expresamos el cáncer como un punto focal de lo que ocurre cuando uno evita una correcta energía sexual. Esta personalidad sabía que no iba a morir en el primer incidente de cáncer, y por eso superó la cirugía y la radiación con poco miedo. Pero el autodesprecio y sus problemas de autoimagen no estaban resueltos. Por tanto, provocamos un segundo encuentro con el cáncer, que le generó una crisis de fe, pero que aun así superó.
»Cuando el desprecio por sí misma se combinó con la edad, y al mismo tiempo con el objetivo de la enseñanza, se decidió que era mejor eliminar esos objetos de escarnio, dolor y desprecio por ella misma, para que pudiera continuar su trabajo sin obstáculos. Por tanto, recibió el [segundo] diagnóstico, tras lo cual el médico creyó que la eliminación de las mamas era la acción más prudente. La respuesta a esto ha sido extremadamente positiva, y estamos satisfechos.
En mi experiencia con la canalización, había descubierto que cada ser espiritual tenía una energía particular. En este caso, sentí una gran fortaleza. El poder de la energía se hizo evidente en la breve aunque completa explicación que nos había sido proporcionada. Su ser era consciente de la imagen en su totalidad, y la había presentado con un desapego emocional total; aun así, seguía habiendo ternura en su voz. Una cosa estaba clara: el cuerpo de Doris había reaccionado a sus sentimientos acerca de sí misma. Nuestras células escuchan nuestros pensamientos, y responden a ellos.
Si la entrevista con Doris hubiera sido una de las primeras de mi investigación, habría pensado que ella había sido castigada con cáncer de mama por creer a su madre, o por rechazar la “energía sexual correcta”. Sin embargo, sabía que no era el caso. Lo que puede parecer un castigo desde la perspectiva de la personalidad, es una oportunidad para crecer desde el punto de vista del alma. Como dijo el ángel del relato de Jon respecto a los sentimientos de humillación de éste, la enfermedad sirve “para que la luz brille allí donde la curación es necesaria”. Por el crecimiento personal que Doris había descrito, parecía que su cuerpo, como el de Jon, había actuado como trampolín para potenciar la conciencia de sí mismos.
El uso de la palabra prueba por el ser canalizado sugería que gran parte de la experiencia había sido planeada, aunque yo aun no tenía ninguna indicación del porqué. Pero antes de seguir esa línea de interrogatorio, quise descubrir quién estaba hablando.
—Has usado la palabra nosotros varias veces —dije—. ¿Quiénes sois “vosotros”?
—Somos una superalma. Englobamos todas las personalidades. Las personalidades no mueren. Son parte del gran coro. Pasamos a través de ellas con nuestros guías mientras planeamos la vida como una pintura en tres dimensiones, como un collage.
Como yo sabía que el alma contiene todas las personalidades de todas las encarnaciones, comprendí que habían usado superalma como sinónimo de alma. Me sorprendió su declaración; nunca había imaginado que Doris pudiera canalizar su alma. Doris estaba, por tanto, proporcionándonos una extraordinaria oportunidad para hablar directamente con un alma sobre el plan para una encarnación. Y ahora que sabía con quién estaba hablando, me concentré en el significado del cáncer de mama de Doris.
—¿Estoy en lo cierto al creer que las lecciones que Doris podría haber aprendido para prevenir el cáncer de mama son el amor a sí misma, y un uso correcto de la energía sexual?
—Correcto. Y también la aceptación de la forma femenina sin prejuicios.
—¿Qué aspectos de su vida se planearon para enseñarle esas tres lecciones, y prevenir el cáncer?
—El incidente clave fue el episodio con su madre alcohólica cuando tenía dieciséis años. En ese momento, el karma era neutral. Pero cuando aceptó la definición de su madre como “ramera”, y que no valía para nada más, empezó a caminar por el sendero que le era más conocido. No intentó descubrir si su madre estaba equivocada.
—¿Ese incidente fue algo que planeó con el alma de su madre antes de nacer?
—Sí.
El alma de Doris acababa de confirmar algo que ya había visto muchas veces, incluyendo la
historia de Jon: aquellos que nos presentan más dificultades, lo hacen por nuestro bien. Estos roles son acordados antes del nacimiento, y las almas que asumen el papel de “torturador” lo hacen por amor, a menudo posponiendo su propio crecimiento hasta otra vida, de modo que nosotros podamos tener las experiencias de crecimiento que buscamos.
—Cuando planeasteis esta vida, ¿por qué elegisteis trabajar en esas tres lecciones? — pregunté.
—Esta alma tiene muchas buenas cualidades como maestro, como líder. Pero, como hemos explicado, cuando está en una encarnación masculina, la sexualidad la usa con frecuencia para rechazar a aquellos con los que no está en igualdad. La falta de amor a sí mismo es un tema secundario que casi nunca se trabaja cuando la encarnación es masculina. Deseábamos asegurarnos de que todos los asuntos kármicos se completarían durante las siguientes tres o cuatro vidas. Por tanto, esta vida se planeó con multitud de desafíos.
—Habéis dicho que fuisteis vosotros quienes provocasteis los episodios de cáncer de pecho. ¿Cómo lo hicisteis?
—Ciertos parámetros se fijaron sobre la marcha. Piensa en una palanca de una elaborada pieza mecánica. Una palanca, que podía ser mantenida en su lugar por pensamientos positivos y aceptación, o ser desplazada a través del pensamiento y los sentimientos tóxicos. Los sentimientos y pensamientos tóxicos cambian la bioquímica, y despiertan la posibilidad del cáncer.
—¿Había una predisposición genética hacia el cáncer de pecho que fue desencadenada por esos patrones de pensamiento? —Sí, pero si miras los antecedentes hereditarios de ambos padres, no hubo incidencia de cáncer de pecho antes de este momento. Sin embargo, la mutación era posible.
—Creo que asumisteis un enorme riesgo al preparar ese plan, porque Doris podría haber respondido negativamente al cáncer de pecho. Podría haberse sentido furiosa, o resentida.
—En la vida no hay errores. Se trata, sencillamente, de elegir una lección. Habríamos aceptado todas las posibilidades. Ninguna habría sido incorrecta.
Aquí, el alma de Doris expresó una perspectiva que había oído muchas veces. Desde el punto de vista del alma, ningún suceso o curso de acción es “malo”. Todo es experiencia, y cada experiencia nos enseña y nos ofrece semillas de crecimiento.
—Cuando planeas una vida, te muestran el camino más probable. ¿Es así?
—Sí. Nos enseñan, por decirlo así, la arteria principal de la autopista. Las salidas están también señaladas, y las arterias secundarias y los desvíos. Todos somos parte del camino. No hay que conducir por cada centímetro de asfalto.
—¿Os mostraron, además, escenas de vidas en las que Doris respondió de un modo menos positivo de lo que lo ha hecho en esta vida?
—Sí —dijo el alma de Doris—. Por eso es por lo que no hay riesgo. Lo que no ocurre en una dimensión ocurrirá en otras, si es necesario.
—Las otras dimensiones… ¿son dimensiones físicas?
—Son dimensiones reales. ¿Puedes tocarlas? Seguramente no. No son sueños, a menos que esto sea un sueño. Son tan reales como esto, aunque la palabra físico es una afirmación limitante.
—¿Existen otras dimensiones para cada decisión que toma una persona? Porque eso supondría un número infinito.
—¿Crees que el universo no es lo suficientemente grande para albergarlas?
—Creo que es lo suficientemente grande —dije—. Pero, ¿cómo es posible que, como almas, experimentemos un número infinito de opciones, y un número infinito de dimensiones?
—No nos vemos a nosotros mismos como limitados. Por tanto, hay espacio para todo ello. Cuando no eres parte de la línea temporal, no tienes por qué apresurarte. No hay tiempo en todo.
Esta frase era un modo intencionado de señalar que el tiempo es un aspecto de nuestra dimensión física. Es una ilusión, un modo de instrucción, un modo de tener ciertas experiencias que no son posibles sin su percepción.
El comentario de que las almas no se ven a sí mismas como seres limitados es de gran importancia. El pensamiento es literalmente creador, tanto en el reino espiritual, donde se manifiesta instantáneamente, como en el plano físico, donde los pensamientos se hacen una realidad física si tienen la frecuencia y la fuerza suficiente. La fe (concretamente, la fe en que uno no está limitado) hace poderoso al pensamiento. La combinación del pensamiento concentrado y de la fe en uno mismo como ser ilimitado es lo suficientemente potente para mover montañas.
Me preguntaba por la relación entre las dimensiones en las que el alma de Doris estaba activa de un modo ilimitado.
—¿La Doris de esta dimensión está influenciada por las otras Doris que han tomado opciones distintas en dimensiones diferentes? —pregunté.
—Eso es posible, sí.
—¿Cómo ocurre?
—Depende sobre todo de la iluminación. Si alguien está fuertemente anclado en esta dimensión, es como intentar tocar a una persona a través de varias capas de ropa de invierno. Cuando alguien es más consciente de las posibilidades interdimensionales, es más fácil de tocar, y por tanto más sencillo es que comprenda otras posibilidades.
—¿Puedes ponerme un ejemplo de cómo esta Doris ha sido influenciada por otras Doris de otras dimensiones que tomaron una decisión distinta?
—Cuando fue diagnosticada por primera vez, tenía el convencimiento, sin haber ninguna razón para ello, de que no iba a morir. Esto es porque debió notar algo del universo en el que el cáncer había sido más grave y se había producido la muerte. No buscamos la repetición. Por tanto, tenía el conocimiento interior de que, en este plano, la muerte por aquel cáncer no estaba planeada.
—Has mencionado las tres lecciones que Doris tenía que aprender: el uso correcto de la energía sexual, la aceptación de la forma femenina, y el amor a sí misma. ¿Puedes explicarme cómo ha ayudado a Doris la experiencia del cáncer a aprender estas cosas?
—Doris, a través de este cáncer, descubrió que, cuando uno tiene que concentrarse en sanar, la sexualidad es un “talento” secundario. La creatividad, el valor, la resolución, el sentido de la oportunidad, y la fe en los demás, pasan a un primer plano. Cuando la mente y el corazón están llenos de estas cosas, la sexualidad como arma y herramienta tiende a ser dejada de lado y olvidada.
»La aceptación de la forma femenina. Doris se ha dado cuenta ahora de que el dicho “La función crea la forma” es cierto, que la forma no sirve solamente para expresar su género y sexualidad, que las características secundarias no la hacen más o menos mujer, o más o menos deseada. Por tanto, ha desechado la carga emocional de su cuerpo. Cuando estaba intentando superar el cáncer, y animando a otros, la visión de sí misma a través de los que habían obtenido valor y amabilidad de ella le permitió comprender que hay mucho más en el ser que puede ser amado, además de su forma física.
—Antes habéis dicho que queréis resolver todo el karma en las próximas tres o cuatro encarnaciones. ¿Qué ocurrirá después de eso? —pregunté.
—Estará muy ocupada. Este fragmento de alma tiene mucho que enseñar.
—¿Esa enseñanza será en una dimensión no-física?
—No, estamos hablando de la dimensión física. Igual que es más sencillo estudiar en un ambiente limpio y ordenado, cuando los dictados del karma propio no nos distraen podemos enseñar con más eficacia. Finalmente, su alma tomará su lugar como espíritu guía. Pero aun hay mucho que aprender y que saborear en el plano humano.
—En general, ¿es verdad que la personalidad puede aprender ciertas lecciones de modos quizá menos dolorosos, y que si las lecciones no se aprenden, las dificultades se hacen mayores?
—Así es normalmente, aunque debo señalar que no es el único modo. Hay almas avanzadas que están deseando bajar con grandes desafíos, aunque no los necesitan kármicamente. Pero están deseosos de ser el impulso, el eje, el arma para otros que, viendo sus propias dificultades kármicas, trabajen entonces en su propia lección.
—Esto me pone en una posición difícil, ya que soy el escritor de este libro —dije—. No estoy seguro de que sea útil decirle a la gente que ha desarrollado cáncer, o que se está enfrentando a alguna otra dificultad, porque no ha aprendido la lección antes. Por otra parte, si así es como funcionan las cosas, tengo que decirlo.
—No aprender una lección no es un fracaso —declaró el alma de Doris—. Piensa en ello más como que esas personas han elegido aprenderlo de un modo diferente. Nada puede ser juzgado, y nada puede ser visto sin compasión.
—¿Puedo hacer un inciso? —preguntó Staci, que había estado escuchándonos en silencio hasta ese momento.
—Por favor —contestó el alma de Doris.
—Las lecciones vitales son algo que el alma elige antes de entrar en esta vida, además de elegir los posibles resultados. ¿No se le presentan al alma las ramificaciones de sus elecciones durante la sesión de planificación antes de nacer?
—Así es —confirmó el alma de Doris—. Durante la fase de planificación no hay miedo al fracaso, porque no hay separación. Los humanos, dado que creen que viven en separación (nosotros contra ellos, el bien contra el mal) sienten que no ir en una dirección significa que la otra dirección tenía que ser peor, que las dificultades se presentan porque hemos fallado el examen. Nosotros creemos que un alma que ha elegido otra dirección es alguien con una gran fortaleza, madurez, y valor.
—Me parece —observé—, que el alma, a menudo, enseña a la personalidad (que es parte del alma) algo que el alma ya sabe. Por ejemplo, hemos hablado sobre una de las lecciones de Doris, sobre el amor a sí misma. Mi concepto de alma es que el alma es amor. Es como si estuvieras enseñándote a ti mismo algo que ya sabes. ¿Puedes ayudarme a comprender esto?
—Sí —dijo el alma de Doris—. El alma sabe que todo es uno, pero se aparta a sí misma de ese conocimiento, de modo que pueda sentir la separación y aprender a volver al Hogar. Además, las lecciones que la personalidad entrega al alma se incorporan para comprender mejor la experiencia humana. Aunque las almas saben que son amor, y que son amadas, para aprenderlo en su totalidad experimentan la falta de amor, de modo que puedan comprender el amor a sí mismas en todas sus facetas y direcciones.
Esas palabras me recordaron al ángel del relato de Jon, que había dicho que Jon había querido experimentar la falta de amor por esa misma razón. Parecía que tanto Jon como Doris habían diseñado planes vitales de aprendizaje a través de los opuestos.
—¿Qué ocurrirá cuando la vida de Doris termine? —pregunté— ¿Es correcto decir que su energía se reunirá con vosotros, y que al mismo tiempo retendrá su individualidad? (Basándome en otras conversaciones con el Espíritu, esto era lo que yo entendía).
—Sí. Ciertos aspectos de la personalidad se disuelven durante la transición, pero cuanto más nos acercamos [mientras estamos en el cuerpo] a nuestra verdadera alma, más fácilmente se retiene la personalidad.
—¿Entonces es correcto decir que una persona fue otra persona en una vida anterior?
—Son fragmentos del alma que se mueven de una personalidad a otra. Por ejemplo, en este cuerpo [el de Doris], hay un fragmento substancial de esa chispa del alma que fue colocada en el cuerpo de un soldado alemán hace noventa años.
Pregunté sobre un nuevo tema. Sabía, por mi investigación, que las almas pueden tener más de una encarnación en la Tierra simultáneamente.
—¿Cuántas encarnaciones físicas tenéis en este momento? —En este plano hay dos.
Esta revelación me hizo preguntarme cuántas vidas estaba viviendo su alma en dimensiones no-físicas.
—¿Cuántas hay en otros planos? —pregunté.
—Un número infinito. Nacen y mueren, crecen y desaparecen cuando alcanzan los puntos de unión.
—¿Cuánto de vuestro tiempo, si puedo usar esa palabra, dedicáis a supervisar las dos personalidades de la Tierra, y a guiarlas?
—Siempre estamos en contacto. Siempre estamos unidos por el amor y la compasión, pero la personalidad está ahí para mejorar su propia información, y traerla de vuelta.
—¿Qué otras actividades realizáis?
—También servimos como guías y mentores para otros, y buscamos nuestra propia fusión con el Absoluto. Existen muchas experiencias para las que un humano no puede tener palabras ni comprensión.
—¿Vuestro propio crecimiento depende de lo bien que las personalidades físicas aprendan sus lecciones vitales?
—No se trata de lo bien que las aprendan. Sólo se trata de lo que traen al volver. Cuanta más información traigan, con mayor rapidez completaremos lo que buscamos.
—¿Estoy en lo cierto al comprender que, cuando planeasteis la vida de Doris, podríais haber elegido cualquier periodo de tiempo, o cualquier localización geográfica?
—Correcto. El tiempo es una telaraña, no una línea.
—¿Cómo y por qué elegisteis Estados Unidos en este momento?
—Nos coordinamos con otras almas. Como esa parte de nuestra planificación era flexible, acordamos Estados Unidos. Teniendo en cuenta el aspecto didáctico de lo que a esta alma se le había pedido hacer, Estados Unidos era una elección lógica, ya que tiene una mayor libertad y una esfera física de influencia mayor que otros países. Esta alma tiende a ubicarse en países que están en primera línea en un momento dado. Por ejemplo, el oficial alemán era parte del fin del imperio germano. También fue un caballero inglés en la época de la Guerra de las Rosas, que cambió las líneas dinásticas. Hubo otras vidas que fueron más discretas. La inmediatamente anterior a ésta fue una vida relativamente inocua en Estados Unidos, en Chicago. Cuando el alma tiene que jugar un papel más importante, es una ventaja colocarlo allí donde confluye el mayor grado de atención mundial.
—Pero podríais haber seleccionado la Atlántida, el antiguo Egipto, o los Estados Unidos en el año 3000.
—Sí.
—¿Podríais haber seleccionado también un planeta físico distinto?
—Sí, pero hemos descubierto que esta alma trabaja extremadamente bien con la forma humana bípeda, y por tanto la tierra es nuestra escuela favorita.
Staci interrumpió.
—He tenido algunos vislumbres de esa vida en Alemania. Esta experiencia con el cáncer de mama ha servido también para ayudar a que la esencia de la personalidad de esa vida se despoje de la culpa que sentía.
—Correcto —contestó el alma de Doris—. Hay dos lecciones de esa vida de las que nos ocupamos directamente en esta otra. La primera es una fuerte veta de antisemitismo, que es por lo que la personalidad [Doris] ha sido asentada en una familia judía, y por lo que no ha sentido nunca que ése fuera un lugar correcto para ella. Cuando alcance la comprensión, la vida en Alemania (aquel nudo kármico) se deshará.
»Ésa fue también una vida en la que, como hombre, tuvo una gran dificultad al intimar con mujeres. Hubo tres mujeres importantes en la vida del soldado alemán. La primera fue una chica que conoció a los veinte años, y a la que tenía mucho cariño, pero que le rechazó cruelmente. La segunda, fue una situación de desahogo físico cuando esta personalidad era ingeniero en África, y que le produjo una enorme cantidad de culpa y autodesprecio por cruzar la barrera racial. El tercer incidente fue con una chica a la que se prometió un mes antes de ser asesinado. Es curioso, pero si pones una imagen de su prometida junto a la de la encarnación maternal de esta personalidad [Doris], descubrirás que la prometida y la madre se parecen muchísimo.
—¿Esa personalidad no era parte de los efectivos de guerra de Alemania? ¿Un piloto? — preguntó Staci.
—Sí —dijo el alma de Doris.
—El cáncer de mama —explicó Staci— volvió para aliviar la culpa que sentía por haberse llevado la vida de inocentes. La personalidad reprimió esto mientras estuvo vivo, aunque los sentimientos estaban allí. Pero al cruzar al otro lado, con la muerte, como la personalidad no se perdonó a sí misma, no pudo liberarse de toda su carga emocional.
—Es cierto —confirmó el alma de Doris.
La perspicacia de Staci nos había proporcionado las últimas piezas del puzzle. Como creía que ahora habíamos alcanzado un entendimiento total de por qué Doris había atravesado una experiencia tan difícil, hice una pregunta más.
—¿Qué le dirías a alguien a quien acaban de diagnosticar cáncer de mama, que no ve ningún significado espiritual profundo, y que se pregunta “¿Por qué me ha hecho Dios algo así?”
—Todo es elección. Todo es percepción. No estoy diciendo que la personalidad no tenga derecho a sentir miedo o dolor, pero todo lo que se otorga, incluso lo más difícil, contiene en su interior profundas semillas de comprensión y belleza. La experiencia del cáncer de mama puede abrumar los sentidos, pero puede trasladar a la gente a una vida que no habrían conocido si hubieran permanecido sanos, y quizá despertará en ellos un talento y una fortaleza que no sabían que tenían. Si vemos el cáncer como una crueldad, no podremos superarlo. Ya estaremos derrotados. Si podemos mirar el cáncer de un modo neutral, estaremos mejor equipados para escuchar la lección que se está expresando:
»La enfermedad es la manifestación última de dificultades mentales o emocionales. Es, sencillamente, otra capa de aprendizaje. No hay culpas involucradas. No hay castigo. Ésta no es una señal de carencia de amor por parte de Dios, tus guías, o tus ángeles. Esto es parte de la existencia humana, como lo es la necesidad de dormir, de calor y frío. Cuando la humanidad aprenda a expresarse en un nivel vibratorio superior, la enfermedad ya no tendrá sentido y, por lo tanto, disminuirá.
_Gracias por haber hablado hoy con nosotros.
—Gracias a vosotros por permitirnos enseñar de otro modo. Vosotros estáis completos. Nosotros estamos completos.
LA SESIÓN DE PLANIFICACIÓN PRENATAL DE DORIS.
Tras la conversación con el alma de Doris, pedí a Staci que accediera a su sesión de planificación prenatal.
—Estoy en una habitación con muchas almas —comenzó Staci—. Me estoy concentrando en las de Doris y su madre. El alma de su madre ha acordado hacer un sacrificio. Es un alma realmente amable y generosa, pero ha acordado interpretar un papel que ha sido escrito para ella [por el alma de Doris]. Hay ciertos aspectos de la personalidad de la madre que están allí para su propio crecimiento, pero están hablando de que el alma de la madre suavizará algunas partes de sí misma, y endurecerá otras, para ayudar a Doris a conseguir lo que necesita. Sigo oyendo la palabra sacrificio, al dejar ella algunos de sus retos principales para una vida posterior.
»Las probabilidades de desarrollar cáncer se presentaron a Doris como una consecuencia de ciertas elecciones que podría tomar respecto a ciertos asuntos kármicos. Están hablando de ello, pero también lo están exponiendo en un tablón. Veo que Doris mira al suelo. Veo a sus tres espíritus guía a su alrededor. En el suelo, veo el tablero. Es un diagrama de un camino que debe tomarse, y de los giros que pueden hacerse durante el camino. Muestra qué elecciones provocan qué consecuencias.
»Veo a Doris asintiendo con la cabeza, afirmando que comprende el concepto que están presentando los demás. La veo acordando que desarrollará cáncer de pecho, y que esto le servirá como una llamada para despertar. Me dicen que Doris viene de un grupo de maestros. Que su propósito principal es ser de utilidad para otros.
Como ocurrió con la enfermedad de Jon, el cáncer de pecho de Doris fue consecuencia de sus pensamientos acerca de sí misma, los cuales fueron desencadenados por un suceso que ella misma había planeado antes de nacer. Como las olas que rompen contra la costa, nuestros pensamientos barren con fuerza nuestros cuerpos. Y tal como las mareas mueven cada grano de arena, del mismo modo nuestros pensamientos giran alrededor de cada célula, imprimiendo en ellas la energía que portan. AUNQUE PUEDE PARECER QUE NUESTROS PENSAMIENTOS OCURREN EN RESPUESTA A LA REALIDAD FÍSICA, LA VERDAD ES QUE ELLOS SON LOS QUE LA CREAN. En la forma humana, cada célula es una conciencia individual que responde a la voz de la mente. Esa voz resuena a través de nuestro cuerpo como un grito en un desfiladero de montaña, y nuestras células prestan atención a la llamada.
Cuando planeamos nuestras vidas, somos conscientes del poder que tiene el pensamiento para afectar al cuerpo que habitamos. Sabemos, también, que nuestras respuestas a nuestras vivencias planeadas pueden tomar la forma de pensamientos que generarán enfermedades. Por esa razón, tanto Doris como su madre mostraron un gran valor al planear sus vidas. Doris buscaba sanar su energía sin resolver, su desprecio tanto por las mujeres como por la silueta femenina, y su madre buscaba hacer que esa curación fuera posible. Desde la perspectiva del alma, su madre dijo aquellas duras palabras por amor, porque reflejaban los aspectos de Doris que necesitaban sanación. Antes del nacimiento, Doris sabía que sería doloroso escuchar esas palabras. También sabía que su reacción ante ellas conduciría al cáncer de mama. Su valentía y el deseo de sanarse eran tan grandes que eligió este plan de vida, no a pesar de estas dificultades, sino debido a ellas.
Hay muchos tipos de palabras hirientes, y de modos en los que una persona puede humillar a otra. Dado que Doris buscaba la sanación, no es una coincidencia que eligiera un cuerpo como el suyo, que su madre hiciera comentarios constantes sobre su peso y el tamaño de su pecho, o que el incidente fundamental a los dieciséis años generara humillaciones con las palabras ramera y zorra. La planeación de la vida de Doris era una forma concreta de llevarla al amor a sí misma. Los juicios de su madre sobre su carácter y su apariencia se diseñaron para mostrar a Doris los prejuicios concretos que ella mantuvo sobre las mujeres en sus vidas pasadas. Como dijo el alma de Doris, en esas vidas no respetó a las mujeres ni las vio como iguales. La energía de esos prejuicios podría haber sido liberada y sanada al elegir el amor a sí misma frente a las acusaciones de su madre. Sin embargo, cuando Doris eligió interiorizar las palabras de su madre, apretó el gatillo (el potencial planeado para el cáncer de mama). Del mismo modo que hay muchas formas de humillación verbal, también hay muchas formas de cáncer. El desarrollo del cáncer de mama no fue más fortuito que cualquier otra parte de la vida de Doris.
Como nos contó el alma de Doris, su cáncer no fue ni un error ni un castigo. Desde la perspectiva de la personalidad, el sufrimiento es malo, y aprender rápidamente es mejor que aprender con lentitud. Para el alma no hay “maldad” en ninguna experiencia, y el tiempo que tardamos en aprender algo como el amor a nosotros mismos no tiene importancia. El alma siempre es consciente de su naturaleza eterna, y trabaja en dimensiones en las que no existe el tiempo lineal. Por tanto, el alma se preocupa del crecimiento, no del tiempo que tardamos en crecer.
La dualidad que vemos en el mundo (bien/mal, correcto/ incorrecto) está en marcado contraste con la neutralidad del alma. Aunque la personalidad tiende a juzgar todo lo que fluye en el río de la vida, el alma se sienta tranquila y contemplativamente en la orilla, observando con compasión imparcial y sin juzgar. Cuando recordamos esta neutralidad obtenemos una profunda paz interior.
En gran parte, el propósito de este libro es facilitar un cambio de conciencia, de la personalidad a la conciencia del alma. Hacer este cambio es cultivar una separación protectora de los sucesos de la vida potencialmente hirientes. Esta indiferencia no elimina tales sucesos, pero puede reducir el sufrimiento que engendran. Para la personalidad, el juicio es la consecuencia natural del sufrimiento. Cuando despertamos y recordamos que somos almas inmortales que no pueden ser dañadas, liberamos nuestros prejuicios sobre los obstáculos de la vida. En su lugar, abrazamos una neutralidad que reduce el sufrimiento y magnifica la alegría.
Al expandir nuestro concepto de nosotros mismos desde la personalidad, al alma, nos garantizamos una comprensión de nosotros mismos mucho más exacta. Además cambiamos nuestro foco desde el dolor provocado por los desafíos de la vida a la sabiduría y el crecimiento que nos ofrecen. Donde antes veíamos inutilidad, ahora vemos un regalo. Donde veíamos una carga, ahora vemos una oportunidad. Dejamos de ser víctimas de la vida para convertirnos en receptores de sus muchas bendiciones.
En la narración de Jon, el ángel nos dijo que el SIDA está sanando a la humanidad. De un modo similar, desde la perspectiva del alma de Doris, el cáncer es una forma de curación, no de enfermedad.
Cuando Jon y Doris se liberaron de la humillación y el desprecio por sí mismos, y en su lugar eligieron amarse, hicieron que para todas las personas de la Tierra fuera más fácil reemplazar los prejuicios por el amor a sí mismos. Es decir, crearon una vibración o resonancia de amor que irradia mucho más allá de su esfera inmediata. Se dice que el aleteo de una mariposa puede provocar vientos huracanados en el extremo opuesto del planeta. Del mismo modo, la decisión de Jon y Doris de amarse a sí mismos tiene efectos energéticos de largo alcance.
Cuando pasamos de la perspectiva de la personalidad a la del alma, recordamos una verdad que conocíamos mucho antes de nacer: que nuestras acciones, palabras y pensamientos afectan al mundo entero. Al superar los acontecimientos que planeamos antes de nacer, creamos una resonancia que sana a la humanidad.
Cuando planeamos nuestras vidas, elegimos trabajar con otras almas a las que amamos mucho, y que nos aman. Como los padres de Jon, la madre de Doris sabía antes de nacer que tendría un doloroso conflicto con su hija. Sólo un alma que realmente amara a Doris, y que estuviera comprometida con su evolución, estaría de acuerdo en cargar con el sufrimiento que le provocaría su ira. En este sentido, nuestros mayores torturadores son, a menudo, aquellos con los que compartimos el mayor amor cuando estamos en espíritu. Cuando esta vida se complete, Doris agradecerá a su madre el crecimiento que propició en ella, y la madre de Doris le agradecerá la oportunidad de haber servido de ayuda.
La gratitud hacia aquellos que más nos han dificultado (y que por tanto, más han estimulado nuestra evolución) es una perspectiva del alma que podemos adoptar cuando aun estamos en el cuerpo. Cuando hacemos esa elección, eliminamos la culpa de nuestras vidas. Sin culpa, se hace posible el perdón, y con el perdón llega la sanación.
Como Staci señaló, la madre de Doris estuvo de acuerdo en postergar parte de su crecimiento para ayudarla. Es habitual que las almas dejen su aprendizaje a un lado para ayudar a otros. Desde el punto de vista de la personalidad, es difícil imaginar que algunos de esos que nos “maltratan” estén realmente involucrados en una especie de servicio. Puede ser incluso más difícil ver que el llamado maltrato implica un sacrificio por su parte. Estos conceptos, que nos son tan familiares antes del nacimiento, son olvidados cuando nos encarnamos. Recordarlos es conocernos más profundamente, y de modos que no son posibles sin una encarnación física.
Doris preparó el mayor de los desafíos. Quería descubrir el amor a sí misma, y lo hizo interiorizando el gigantesco afluente de amor que recibió de su familia y sus amigos durante la enfermedad. Quería respetar a la mujer de un modo en el que no lo había hecho en vidas anteriores. Experimentando un tipo de cáncer que es casi exclusivamente femenino, Doris se vio obligada a confiar en otras mujeres para conseguir apoyo emocional. Vio su fuerza, y las respetó por ello. También quería experimentar la sexualidad de un modo más amoroso. La necesidad de sanar el cáncer sacó a la luz otros de sus talentos personales, como la creatividad y el coraje. Cuando se concentró en ellos, Doris dejó de tener la necesidad o el deseo de usar la energía sexual como lo había hecho en el pasado. Cuando vuelva al espíritu, se regocijará con la belleza de esta vida. El sufrimiento no será más que un instante en el “tiempo”; la sabiduría será suya para siempre. Cuando finalmente tome su lugar como espíritu guía, la gente a la que guíe serán los beneficiarios de esto. Tú o yo podríamos estar entre esas personas.
Pocas cosas en la vida son lo que parecen ser, y muchas de ellas resultan ser lo contrario. En los relatos de Jon y Doris hemos visto que la enfermedad es sanación. De igual modo, los sentimientos de impotencia, que con frecuencia sentimos al enfrentarnos a enfermedades graves, son realmente la consecuencia de una vida diseñada por un ser enormemente poderoso. Nuestro poder para planear nuestras vidas y para crear las experiencias de crecimiento que buscamos es inmenso. Ese poder incluye la planificación de vidas con enfermedades físicas. Como almas, somos conscientes de esta realidad. Como humanos, lo perdemos de vista hasta que la enfermedad y otras dificultades vitales nos provocan el recuerdo. Entonces, recordamos que sólo el más poderoso de los creadores crearía un mundo en el que parezcamos ser impotentes, uno lleno de magníficas oportunidades para redescubrirnos a nosotros mismos, y para reclamar de este modo nuestro poder.

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